03 septiembre 2008

La canción del día (7)

Hace mucho que no proponíamos la canción del día y hoy les voy a hacer una propuesta un tanto cuanto psicodélica. Llegó a mis manos un disco de un cantante mexicano llamado Emmanuel. Me trajo enormes recuerdos, de hecho comentaba una de esas canciones justo con una persona el día de ayer por la noche y cuando venía para el trabajo escuché un clásico de los años ochenta, "La Última Luna", del italiano Lucio Dalla. Una canción que se lanzó en el disco "Entre Lunas", con una letra totalmente apocalíptica, traducida casi literal del italiano (para oír la versión original en italiano acudir a este enlace), Emmanuel hizo de este cover un himno que marcó los ochenta y su carrera propia.

En uno de sus últimos discos, Emmanuel Retro, una serie de canciones grabadas en vivo en la ciudad de Monterrey México, este cantante con movimientos estrambóticos,  utilizados desde esta canción, nos regala una magnifica interpretación de "La Última Luna.





Letra:
La séptima luna  
era aquella del Luna Park  
el crepúsculo avanzaba  de la feria al bar  
mientras tanto el Ángel Santo blasfemaba  
la polución que respiraba  
musculoso pero frágil.  
Pobre Ángel, pobres alas.  

La sexta luna  
era el alma de un desgraciado  
que maldecía el haber nacido,  
pero sonreía.  
Cuatro noches sin haber cenado  
con las manos, con las manos,  
manchadas de carbón.  
Tocaba el pecho una señora  
y manchaba y reía  
creyéndose el patrón.  

La quinta luna  
daba tanto miedo  
era la cabeza de una dama  
que sintiendo la muerte cercana  
al billar jugaba.  
Era grande y elegante,  
no era joven, no era vieja  
tal vez enferma  s
eguramente estaba enferma  
porque sangraba un poco por la oreja.  

La cuarta luna  
era una cuerda de prisioneros  
que caminando, seguía los rieles  
de un tren viejo.  
Tenía los pies ensangrentados  
y las manos, y las manos, y las manos  
sin sus guantes,  
pero no te alarmes  
el cielo está sereno  
y no hay bastantes prisioneros.  

La tercera luna  
salieron todos a buscarla  
era, era así de grande  
que más de uno pensó en el Padre Eterno.  
Se secaron las risas,  
se fundieron las luces  
y comenzó el infierno,  
la gente huyó a su casa  
porque por una noche  
regresó el invierno.  

La segunda luna  
el pánico sembró entre los gitanos  
hubo alguno que incluso  
se amputo un dedo.  
Otros fueron hacia el banco  
a hacer alguna operación  
pero qué confusión  
la mayor parte de ellos  
con sus hijos y sus perros  
corrieron a la estación.  

La última luna  
la vio sólo un recién nacido  
con ojos hondos, profundos, redondos  
y no lloraba  
con grandes alas tomó la luna  
entre sus manos, entre sus manos.  
Salió volando por la ventana  
era el hombre del mañana.  
Salió volando por la ventana...

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